Esta
pequeña golosa tiene gustos muy variados; desde vulgar mermelada hasta las más finas
heces. Su Majestad es práctica; igual se pone a dirigir la corte sobre un aburrido
escritorio o en la comodidad de un cadáver al lado del arroyo. Sólo existe una
regla inquebrantable para sus súbditos: La vida es corta y hay que disfrutarla.
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